miércoles, 16 de marzo de 2011

De nuevo... “madame X”.

Hace ya unos meses anticipábamos lo que podía ser un descubrimiento mayúsculo: el hueso de un dedo humano, datado en unos treinta mil años de antigüedad, que había sido encontrado en una cueva de la cordillera Altai, en Siberia, llamada Danisova. Unos restos estupendos... que no correspondían ni a neandertales ni a humanos modernos. El hallazgo se apoyaba en el análisis de su ADN mitocondrial, realizado por Svante Päävo, del instituto Max Plank, y constituía un hecho importante, aunque no definitivo, para ratificar lo que se sospechaba: que estábamos, ni más ni menos, ante una nueva humanidad.
Ahora, nuevos análisis de su ADN nuclear, efectuados por Päävo y por David Reich, de la Universidad de Harvard, lo confirman sin lugar a dudas: los restos encontrados en Danisova corresponden a una nueva rama del género Homo, vinculada con los neandertales pero diferentes a ellos. De momento, y de manera provisional, han sido bautizados como “Los homínidos de Danisova”.
Hay varios detalles interesantísimos en todo esto. En primer lugar, que se trata de datos sólidos, derivados de la reconstrucción y secuenciación del ADN extraído de su núcleo. Esto, además de darnos mucha más información sobre las características e incluso la historia de estos danisovanos, reivindica el estudio anterior sobre el ADN mitocondrial. Y es que hace unas semanas aparecieron voces discrepantes en el ambiente académico, que señalaban ciertos posibles errores de método en los primeros análisis de Päävo, y que podrían ser los causantes de aquellas diferencias que llevaron a pensar que estábamos ante una nueva humanidad. Los nuevos análisis reafirman los anteriores, y además, como en un guiño a la paleontología clásica, los investigadores han encontrado en el yacimiento de Danisova un diente fósil que tampoco coincide con los ya encontrados de neandertal o humano moderno, lo que vendría a apoyar la teoría de una nueva humanidad.
El otro punto fascinante se desprende de la comparación del genoma de los homínidos de Danisova con el de los neandertales, y con el de varias poblaciones de humanos modernos. Y es que el análisis filogenético indica, por un lado, que los danisovanos tienen un origen común con los neandertales, quizá sus parientes más próximos, y por otro que, al igual que estos, se cruzaron con los grupos de humanos modernos que hace unas cuantas decenas de miles de años salieron de África y se expandieron por el mundo, hasta dar lugar a lo que somos ahora. Así, si ya se sabe que un cierto porcentaje de los genes de los humanos europeos se debe a las aportaciones de los neandertales con los que nos cruzamos en Oriente Medio, los análisis de Päävo muestran cómo en los genomas de poblaciones actuales de Papúa Nueva-Guinea y de algunas islas del norte de Australia, están presentes genes específicos de estos danisovanos.
De esta manera, no sólo confirmamos que hubo, al menos, cinco humanidades distintas viviendo al mismo tiempo sobre la Tierra no hace demasiado tiempo –humanos modernos, neandertales, danisovanos, Homo erectus y Homo floresiensis-, sino que las fronteras entre unas y otras no son nada claras y parece probado que unos y otros se reprodujeron entre sí sin mayores problemas. También es importante señalar que tal vez nos encontremos ante una auténtica avalancha de nuevos descubrimientos: las estanterías de los museos están repletas de fósiles humanos que no encajan exactamente con los modelos de las especies de homínidos que los paleontólogos han catalogado. ¿Serán híbridos? ¿Estaremos ante especies nuevas y aún no identificadas? Quizá los análisis genéticos puedan aclararlo.
Nosotros, mientras, seguiremos informando.

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